Calidad de Vida: EDUCACION PREVENTIVA Y SALUD
Arnaldo Rojas/Funcamama
Todos queremos estar siempre sanos pero, en la práctica y sin darnos cuenta atentamos contra nuestra salud, sobre todo por llevar un estilo de vida inadecuado. Es alarmante como las estadísticas, tanto oficiales como extraoficiales, anuncian el incremento de numerosas enfermedades. Entre ellas se cuentan la obesidad, la hipertensión y otras afecciones cardiovasculares, las infecciones de transmisión sexual y el cáncer. Por cierto, la mayoría de ellas, por no decir todas, pueden prevenirse. De allí la importancia de educar en salud, de la educación preventiva.
Cuando hablamos de educación en salud nos referimos al proceso social que implica transmisión, recreación, creación y apropiación del conocimiento con la intención de fomentar y preservar la salud, así como la prevención de problemas y enfermedades que dificultan el desarrollo de una vida saludable y que, incluso, podrían llevarnos a la muerte en forma prematura. La educación para la salud es una de las varias estrategias de trabajo para lograr la promoción de estilos de vida saludables, para ello se parte de entender que la salud depende de una multiplicidad de factores sociales, ambientales, económicos, políticos, etc., en el ámbito individual, grupal y estructural.
Cabe preguntarse, ¿Quiénes son los responsables de educar en salud? La respuesta lógica pareciera ser: los médicos. Sin embargo, deberían existir más programas de prevención por parte de los gobiernos nacional, regional y local y de las comunidades organizadas. Por otra parte, los hospitales y clínicas con los que contamos son de enfermedad, no de salud. Es decir, tratan de curar las enfermedades, pero no previenen ni educan a las personas para que NO se enfermen.
Si queremos una población más sana, entonces debemos elegir otro enfoque. El problema de la salud es un asunto de todos y no sólo de los profesionales de la salud. Hay que partir del hogar, donde los padres deben estar pendientes por enseñar temas de salud a sus hijos. Es en nuestra familia donde aprendemos las primeras lecciones de la vida que incluyen, entre otros, hábitos de alimentación, tan importantes para la salud.
Todos sabemos, por ejemplo, que consumir con frecuencia azúcar y sal refinadas, harinas y grasas saturadas es perjudicial para la salud. A pesar de ello, esos productos son los que más se consumen y en cantidades inadecuadas, lo cual contribuye a que los niños y jóvenes sufran de sobrepeso, obesidad, diabetes y otras nefastas consecuencias. Se premia a los niños con golosinas ricas en azúcar refinada o llevándolos a locales de “comida chatarra”. Se consumen más bebidas gaseosas que agua y jugos naturales. De esta manera, muchos padres estimulan el consumo de productos que, a la larga, provocan daño a sus propios hijos. Pero los padres no son los únicos responsables. Toda la sociedad también lo es. Si bien es cierto que la obesidad va en aumento, todos deberíamos anotarnos en la prevención del problema. Los directivos de las empresas deben preocuparse por hacer prevención de salud entre sus trabajadores porque si hay más enfermos aumenta el ausentismo laboral por reposo médico, menos productividad y, a la larga, más pérdidas.
Las escuelas e instituciones educativas, además de cumplir un programa académico, también tienen el compromiso de educar en salud. Y, usted, amable lector, aunque no sea médico o enfermera, puede hacer mucho para promover la prevención y el cuidado de la salud, empezando por cuidarse a sí mismo y a su familia. Tener mejor Calidad de Vida es tarea de todos.